‘Sincronías 2016’ presenta a diez artesanos de la península ibérica trabajando en la fabricación de una serie de esculturas cuya singularidad formal y tiempo exacto de producción han sido calculados para responder simultáneamente a acontecimientos relevantes a lo largo del año 2016. El vídeo va acompañado de los objetos escultóricos resultantes de la sincronización. Con ello se pretende dar una visión parcial de un momento histórico determinado a partir del cuestionamiento de las jerarquías de la información y, sobre todo, del mito que vertebra el Occidente contemporáneo: el mito del progreso lineal de la temporalidad.
Este mito se sirve de otros: el historicismo y el positivismo. El primero, como lectura en clave diacrónica del conjunto de los hechos, y el segundo, como discurso que abarca el conjunto de lo real en base a la racionalidad de la ciencia técnica. Estos tres mitos comparten una temporalidad única, la diacronía. Cuestionar la temporalidad a partir de la cual aprehendemos el total de lo real, es entrar de lleno en la diferencia entre una Modernidad que nombra la historia entera occidental -y cuyo programa es dominar el mundo a partir de los ideales del progreso y la superación continua-, y una era que parte de unos presupuestos radicalmente diferentes. Desde este punto de vista, la obra ‘Sincronías 2016’ funciona como un antimonumento. La sincronía escapa/resiste/combate dos de los presupuestos básicos asociados a la idea de monumento en la modernidad: la interpretación lineal del tiempo y la noción de fundamento.
Los acontecimientos sincronizados han sido el Brexit (cerámica), los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (hierro), los debates entre Hillary Clinton y Donald Trump (madera), el regreso del diestro José Tomás (barro), el cierre del Louvre debido a las inundaciones (piedra), la conjunción Venus-Júpiter del 27 de agosto (ocarina), las migraciones animales de otoño (cuero), los 314 días sin Gobierno en España (forja), estadísticas en tiempo real de fenómenos celestes (vidrio) y el regreso de ISIS a la ciudad de Palmira (vidrio soplado al mandilón).
DIÁLOGO CON MARC LARRÉ (MARIO ESPLIEGO)
MARIO: Antes de nada me gustaría agradecerte compartir unos momentos de diálogo. A decir verdad, hace muy poco tiempo que conozco tu trabajo, la primera vez que lo vi fue el pasado mes de agosto en tu exposición en Madrid, donde mostrabas tu trabajo Sincronías 2016. Posteriormente accedí a tu web personal, y pude ver gran parte de tus trabajos anteriores, lo que me suscitó el interés por querer mantener una conversación contigo.
Por continuar con este proyecto de Sincronías 2016, te contaré mi experiencia de la visita de tu exposición. La muestra constaba de dos espacios separados, comunicados entre sí, una primera antesala y una sala posterior donde mostrabas la película Sincronías. Hablaré primero de la primera. Esta sala estaba compuesta por objetos difíciles de desencriptar, aparentemente inconexos, que como espectador me mantuvieron largos minutos intentando adivinar su vínculo, cosa que te confieso me fue imposible. Me llamó enormemente la atención la factura de la mayoría de los elementos, todos poseían sin duda la mano de un diestro artesano, la multiplicidad de los medios (vidrio, talla en madera, forja, cerámica) y mi conocimiento particular de alguno de ellos, hacia más compleja la situación, me ha pasado en pocas ocasiones enfrentarme a una disposición en la que partiendo de técnicas tan tradicionales que los ejercicios planteados fueran de tal especificidad que dudara de la autoría. Me explico, es habitual acudir a una muestra y encontrar trabajos en infinidad de técnicas, encargadas en su mayoría por parte del artista a un técnico o artesano que elabora las mismas, pero en tu muestra pese a ser ejercicios de aparente simplicidad revelaban que los artesanos o técnicos que había detrás de esa producción eran en sí mismos una “rara avis”, eran por decirlo de algún modo vestigios de la “vieja escuela”. Cuéntame un poco de estos artesanos, su elección, tu acceso a ellos, los oficios elegidos, etc.
MARC LARRÉ: Me alegra muchísimo que los objetos de esa primera sala transmitan y contengan la extrañeza que describes. Seguramente se debe a lo que tú mismo dices: se trata de objetos tradicionales que suscitan familiaridad al mismo tiempo que hay algo en ellos desplazado. Me interesa mucho esa primera toma de contacto con lo familiar, lo cotidiano para luego adentrarnos en lo extraño. En relación a lo preguntado, el punto de partida de este vídeo era encargar la fabricación de objetos a artesanos de la península ibérica cuyo tiempo de fabricación estuviera rigurosamente calculado para coincidir en el tiempo con acontecimientos, crónicas y efemérides sucedidas a lo largo del 2016. El criterio de selección de los artesanos lo determinó el suceso a sincronizar, de modo que las particularidades formales y materiales del objeto resonaran con lo sucedido. Sin embargo, lo que me movió en un principio fue una cierta fascinación por lo que cada uno de ellos hacía. Al fin y al cabo las historias alrededor de cada uno de esos objetos y las personas que hay detrás de su fabricación ha sido para mí uno de los motores de este proyecto. En los créditos al final del vídeo podemos ver los nombres de cada uno de ellos. Entre esos nombres hay artesanos, pero también hay artistas y en algún caso, nombres en que la distinción entre artesano y artista se vuelve problemática.
MARIO ESPLIEGO: Todo cambió al acceder a la segunda estancia, donde proyectabas la película Sincronías 2016. El vídeo me atrapó desde el primer momento, rápidamente entendí que aquella película no sólo iba desvelando el origen de esos artefactos que me habían inquietado en la sala anterior, sino que establecía conexiones que iban más allá.
La duda técnica o artesanal, se disipaba nada más comenzar el visionado del vídeo, pero al mismo tiempo comenzaba otra problemática paralela. Los objetos, su materialidad o su producción pasaban a un segundo plano, era temporalmente solo una parte. Cada elemento construido por un artesano estaba asociado a relevantes acontecimientos puntuales ocurridos en 2016. Mientras, en la película, el artesano avanzaba con sus gubias en la talla de un relieve de dos figuras, una masculina y otra femenina, se contraponían imágenes de Hillary Clinton y Donald Trump. Un perfil metálico, al rojo vivo, se apoya sobre una bigornia, el macho pilón descarga su fuerza sobre él, haciendo que las lascas de metal de disparen mientras éste aplana su forma mientras en los subtítulos del film, Mariano Rajoy es investido presidente; el metal se amolda. Una delicada construcción de vidrio, compuesta por numerosas varillas delicadamente unidas se quiebra ante los ojos del espectador, el templo de Palmira es atacado, rezan los subtítulos. Esto había ocurrido, como pude comprobar después, en algún trabajo anterior, pero esta vez no eran hechos dispersos vinculados a objetos o situaciones diversas, sino hechos puntuales vinculados a objetos realizados exprofeso. Háblame un poco de tu última película y de este cambio de modelo en tu proceso, respecto por ejemplo a tus trabajos anteriores de “Sincronías”.
MARC LARRÉ: Los dos vídeos anteriores de Sincronías fueron realizados en un entorno doméstico. Lo registrado por la cámara eran experimentos y accidentes realizados con objetos cotidianos al mismo tiempo que sucedía lo anunciado en el faldón de la pantalla. Muchas veces improvisaba, puesto que algunos de los sucesos no los había podido anticipar y me ponía a grabar mientras veía por la tele o el ordenador lo que estaba pasando en ese preciso instante. Esta vez, al disponer de los medios facilitados por la beca, he podido dedicar tiempo a pensar bien qué tipo de objeto debía ser fabricado en cada caso y qué tipo de intervención realizar durante su fabricación. En algunos casos mi aportación es mínima, y en otros el resultado fue el fruto de una larga conversación. Por ejemplo, con Joan Rovira de Guixot de 8, nos vimos en repetidas ocasiones preparando estructuras que debían ser activadas durante la sincronización. Viendo lo que él hacia, pensé en maneras de adaptar alguno de sus maravillosos juegos a los ejercicios de gimnasia artística de los juegos Olímpicos de Río de Janeiro que tuvieron lugar durante el mes de agosto. Hice dibujos y se los entregué a Joan, pero al final él resolvía las esculturas a partir de materiales disponibles en su almacén y las posibilidades que éstos ofrecían. En los objetos resultantes hay mucho de él y su fascinante manera de hacer las cosas.
Por otro lado, mi interés por la artesanía responde a un interés creciente por la relación que establecemos con el mundo material. En términos de la relación establecida entre el sujeto y su circunstancia (mundo), la artesanía supone una relación de apertura, de mutua colaboración, en que las fuerzas en juego durante el proceso de elaboración de un objeto son fruto de comportamientos y ritmos nacidos de una relación directa con el entorno, una piel compartida entre sujeto-mundo, una relación de fricción. En la era industrial y con el trabajo mecanizado se abandona esa relación de fricción para adentrarnos en un terreno mucho más próximo a la ficción. La relación con el mundo y la contingencia que se deriva de un cuerpo de usos no mecanizados da lugar a un cómputo estadístico donde el trabajo se mide por su rentabilidad y se parcela en función de la maquinaria (división del trabajo). El sujeto queda escindido, troceado, compartimentado en una serie de funciones cuyo grado de abstracción es correlativo a la maquinaria empleada en el proceso. La experiencia se ha quedado en el camino, relegada a un segundo plano al que el sujeto no puede acceder.
En la artesanía el material tiene entidad suficiente como para ser tratado de tú a tú a partir de una memoria de gestos transmitidos de generación en generación donde la factura técnica de la existencia humana se muestra en su nivel más básico. En la artesanía, la adaptación del sujeto al medio a través de la técnica no ha cruzado el umbral donde es el medio el que se adapta al sujeto (tecnología actual), sino que todavía es el sujeto el que se adapta al medio.
MARIO ESPLIEGO: Cuando vi tu trabajo, me recordó a aquella pieza tan divertida de Marc Vives & David Bestué, “Acciones en casa”. Al ver las dos, casi considero este tipo de trabajos un género en sí mismo. En mi opinión comparten una manera de hacer en lo precario, muy divertida, y que desde el humor, porque creo que tus piezas están cargadas de un componente humorístico importante, nos llevan a pensar cuestiones más complejas. Que relevancia consideras que tiene el humor en tu trabajo, y que referentes consideras han afectado al cuerpo de tu trabajo?
MARC LARRÉ: Entiendo perfectamente lo que dices, sin embargo, no sé si lo llamaría humor. Pienso que en mi caso al menos tiene más que ver con una cierta poética del objeto que a veces cae del lado del humor, la ironía o ciertas técnicas de distanciamiento, pero que en el fondo me sirve para hablar de cosas muy serias sin tener que abordarlas directamente. A parte de Marc y David con quienes mantengo una relación de amistad y cuyo trabajo conozco perfectamente, nombraría a Fischli and Weiss o Gabriel Orozco. Luego están Perejaume y Joan Brossa. Creo que en todos estos autores la poesía es una herramienta de conocimiento que parte de un apego a lo real, a lo concreto, en ese punto en que todavía no se ha dado el paso hacia la abstracción que define todo sistema filosófico y que caracteriza el idealismo moderno. A mí me fascina el potencial asociativo que tienen los objetos, el lenguaje de las cosas, la materia, el mundo físico. Mi trabajo previo con la fotografía parte de una sensibilidad escultórica preocupada por cuestiones de espacio, organización de la materia y relación cuerpo-mente. Este trabajo me ha llevado progresivamente a un interés creciente por la artesanía como ese tipo de trabajo donde el cuerpo piensa a través de los sentidos acoplados a un determinado material.
MARIO ESPLIEGO: En anteriores films de Sincronías, el proceso de anteriores vídeos parece como una suerte de collage de “gags” cómicos con una aparente improvisación, que van componiendo un trasfondo, con una narrativa más seria o meditada y con un texto en los subtítulos que articula otra manera de ver lo que de inicio nos presentan las imágenes. Como va sucediendo esto en tu proceso de trabajo?
MARC LARRÉ: Ha sucedido varias veces que gente que ha visto los vídeos se ha sorprendido al escuchar de mi boca que cada una de las cosas anunciadas en los faldones realmente estaba sucediendo al mismo tiempo que yo grababa con la cámara. Parece una locura pero hay un esfuerzo importante detrás de cada uno de estos fragmentos para que lo que vemos realmente esté sucediendo a la vez de lo que aparece anunciado en el faldón. El trabajo previo a realizar en cada uno de estos “gags” o fragmentos oscila entre la premeditación y la improvisación más canalla, en función de si lo sucedido había podido ser anticipado (anuncio en las redes, calendario, seguimiento de noticias a tiempo real, etc.) o simplemente fue algo cogido al vuelo, con un tiempo limitado para poder resolver la situación. En algunos casos el fragmento está grabado improvisadamente con lo que tenía a mano. Para mi esto es importante, igual no tanto a nivel de concepto como a un nivel más pragmático del tipo: me interesa la experiencia y la tensión transferida al resultado debido a las dificultades experimentadas para conseguir grabar cada cosa. Este tipo de dificultades azuzan el deseo, de lo contrario me parecería todo demasiado fácil y perdería interés por el camino.
MARIO ESPLIEGO: La sincronía en tu trabajo, como superposición de elementos simultáneos funciona como un collage de elementos temporalidades y por tanto crea en el espectador un enfrentamiento de hechos. Esta cualidad, en el relato histórico hace presente el enfrentamiento de aquellos grandes relatos de los medios, la Historia con mayúsculas, hechos mediatizados y difundidos de forma masiva (El Brexit, los JJOO de Rio, Trump& Hillary, ataque de Palmira, etc.) frente a otros relatos, testimonios o historias pequeñas, sin tanto eco (un vidrio que se rompe, un hierro que se deforma, un proceso cerámico…). Hay en tu trabajo, por tanto, un claro cuestionamiento de las jerarquías de la información, de la construcción de la historia. Crees en la sincronía como una herramienta de desvelamiento critico? O por el contrario consideras esa simultaneidad como una forma de relativizarlo todo?
MARC LARRÉ: Mi interés por la sincronía parte de mi interés por el signo fotográfico como emblema de la relación sujeto-mundo en la contemporaneidad. Nuestra lectura de la imagen fotográfica parte de una concepción del tiempo en clave diacrónica: lo mostrado en la fotografía remite a algo ya sucedido, que vino antes y que ya no está. Nuestra lectura del tiempo es lineal, separa el presente del pasado y el futuro al dividirlos en una relación consecutiva. Sin embargo, la esencia de la fotografía es la apertura de un obturador durante un instante de tiempo que abarca el total de lo existente. Limitar el alcance de esa captura a lo que se encuentra inmediatamente delante del obturador es traicionar su esencia temporal, subordinando la fotografía a lo inmediato, y a la lectura que hace del mismo un cuerpo humano. ¿Que pasa si ese momento de apertura no se limita a lo que capta el objetivo sino a todo lo que en ese instante de apertura sucede, esté o no delante de la cámara? Lo que sucede es que abrimos el foco a la totalidad de lo existente. Aumentamos la sensibilidad a una escala que excede el tiempo humano. Se pone el foco en todas las historias, todos los momentos coetáneos a ese momento de apertura. Y esto nos lleva a una lectura del tiempo en clave sincrónica, con todo lo que conlleva ese posicionamiento. El tiempo diacrónico es un tiempo relativo a la presencia de un sujeto y a su manera de medir e interpretar el acontecimiento desde su perspectiva. En la sincronía el sujeto desaparece para dejar todo el espacio al acontecimiento puro, desvinculado de las categorías asociadas a un sujeto como son la anterioridad y la posterioridad, la cercanía y la distancia. En la sincronía todo sucede a la vez y para nadie. Se pierde ese presente relativo a la presencia de un sujeto para ser siempre una y otra vez tiempo. En la sincronía, el espacio de la representación se mueve en un eje distinto, ya no hay secuencia ni consecuencia, lo sucedido ha quedado incorporado en la escultura, el vídeo o la fotografía como algo presente, aunque el lugar, esta vez, se haya movido. Las obras participan de lo sucedido, se contaminan de lo sucedido, tocan lo sucedido.
MARIO ESPLIEGO: En tus films tu manera de trabajar la imagen/ texto dispara la narración hacia lugares a priori insospechados. Una pompa de jabón es conectada con las pruebas nucleares de Corea, el vapor de una plancha se contrapone a la erupción del Volcán Momotombo, arde un papel mientras la Nasa llega a Plutón, un globo lleno de agua se somete a la llama sin arder, mientras en los subtítulos se habla de alto el fuego entre palestinos e israelíes, etc. En un primer momento, algunos de tus trabajos me hacían dudar, y siéndote sincero me causaban una especie de rechazo. No terminaba de encajar si realmente lo que estaba viendo era un retrato burlesco de la posición del artista, en su burbuja creativa, ajeno y desinteresado a los acontecimientos de toda índole que suceden en el mundo (mientras se habla de un conflicto bélico, juega con un globo), pero por otro lado me hacía pensar en lo humano e individual de todo eso. En lo insignificantes que somos cada uno, y en nuestras pequeñas capacidades como individuos. Frente a acontecimientos de gran magnitud, acciones ínfimas e insignificantes llenas de poética, en el fondo veo tu trabajo muy honrado, humilde y llanamente humano. ¿Qué piensas acerca de este problema?
MARC LARRÉ: Soy absolutamente consciente de los peligros que tiene trabajar de este modo sobre todo en los momentos en que la relación texto e imagen, o si quieres tiempo 1 y tiempo 2, es delicada por la carga que pueda tener una de las dos partes. Esto es especialmente evidente cuando hablamos de conflictos bélicos o sufrimiento humano. Aquí me viene a la cabeza el famoso artículo de Jacques Rivette “De l’abjection” donde viene a decir que en el cine hay cosas que no deben abordarse si no es con cierto temor y temblor. A la hora de editar los vídeos y elegir las cosas a sincronizar siempre he querido dar una visión de conjunto, intentando abordar todos los aspectos que juegan un papel en nuestras vidas, desde lo banal e insignificante a lo doloroso y siniestro. Cuando grababa el primer vídeo me pareció imposible no hacer referencia a los 50 días de guerra entre Israel y Palestina teniendo en cuenta que a mi personalmente es lo que más me preocupaba mientras trabajaba en el vídeo. Me pareció que el momento del alto el fuego, con todo lo que tenía de posibilidad en ambas direcciones contenía toda la tensión trágica de lo que está viviendo el pueblo Palestino. Para mi, trabajar en el arte es una forma de canalizar la rabia e impotencia que sentimos mucha gente ante el rumbo que están tomando las cosas. Uso el arte como herramienta crítica, como intensificados de los vínculos con las cosas y las personas, como forma de pensamiento crítico y de ahí que Sincronías, en el fondo no sea otra cosa que una crítica a la temporalidad que vertebra el occidente contemporáneo, el mito del progreso y la idea de que hay sociedades más avanzadas que otras. Por eso me interesa tanto España últimamente, por lo que tiene de anomalía, de patito feo, de nación que no ha sabido o no ha podido o simplemente no ha querido jugar las reglas del juego del mismo modo. La idea de que España no ha podido o no ha querido ser una nación moderna me interesa profundamente.