En 2014, entrevisté a Jota Mombaça artista performer de la ciudad de Natal, Rio Grande do Norte, Brasil. En aquél momento, yo empezaba a esbozar lo que sería mi tesis doctoral en base a unos sencillos conceptos: la indecisión, el ritmo singular en la creación contemporánea y la micropolítica. En 2014, Jota era otra Mombaça, anterior a las bienales y su visibilidad en los circuitos artísticos europeos– resistía ajena a los moldes del mercado del arte.
Para mí, desde mi condición de artista mujer y fronteriza (yo también empecé a trabajar en Natal, y tuve que inventarme en otros rincones y otros idiomas), dar forma a una idea siempre tuvo que ver con aceptar un tiempo propio de la contemporaneidad que no se aleja nunca de la incerteza e indecisión. Considero que, el instante de certeza que sostiene una obra dura muy poco, por eso la creación del artista es muchas veces una obra marcada por las ganas de volver atrás, de cambiar lo hecho, de intentar de nuevo. Un camino natural en mi investigación fue buscar en otros artistas esa misma inestabilidad, fragilidad, sinuosidad. No todos los artistas perciben esa relación con su propia creación, sin embargo Jota Mombaça visitó adecuadamente la piel del artista errante, que más tarde fue el epicentro de mi investigación.
En esta breve entrevista, guiada por preguntas concretas, se puede percibir ese estado anterior con el que nos identificábamos. Traduzco esta conversación también desde otro cuerpo, tras haber hecho yo misma mis propias auto-alteraciones. Y lo Traduzco doblemente: por un lado, de una conversación hablada al texto, y por otro, del portugués (nuestra lengua materna) al español. Cada revisión que hago del texto, cada coma, cada palabra, cada entonación, me aproxima más a esa otra voz que no soy, de tal forma incorporo y me identifico con ese discurso que también fue el mío, que en suma, termino sin saber si quien habla es Jota o Sofía.
Estamos en el escritorio de mi padre. Jota se balancea en la silla delante de la cámara. Yo le grito a la cámara, no entiendo cómo funciona. Empezamos después de una cantoría. Al fondo se oyen ruidos de una construcción.
Parte I
SOFIA PORTO BAUCHWITZ: Que entiendes por proceso creativo?, Hay un tiempo para encontrar un ritmo singular en él?
JOTA MOMBAÇA: Desde que empecé a conectarme al arte, el proceso creativo estuvo siempre muy fuertemente presente. No sé si esa preocupación con el proceso artístico formó siempre parte del Arte, pero desde que yo empecé a trabajar, el proceso siempre estuvo allí, con más espacio incluso que el producto en sí. A lo largo de mi trayectoria, no muy larga, me comprometí con muchos procesos y no llegué a producir tantas cosas así. Estuve en muchos rituales y ritualizaciones del proceso creativo. Creo que ese proceso creativo ritualizado se instaura en el momento mismo en que me digo “haces arte, eres artista”.
Cuando compones desde el “arte y vida” empiezas a trabajar desde una dimensión creativa que consume casi todo tu tempo. Eso significa crear estrategias de supervivencia para vivir el arte a partir de la vida, hacer la teoría desde la vida… En relación a mi experiencia, si compongo con arte y vida juntos, el proceso creativo está en el momento en que me despierto hasta el momento en que sigo durmiendo. Muchas de mis ideas y trabajos surgieron en ese proceso “vida”… Yo no paro mi rutina diaria y empiezo a buscar algo, escavando en busca de algo. Aunque sepa que esta sea una estrategia viable, y aunque haya realizado este proceso algunas veces… estas ritualizaciones del proceso creativo no llevaron a nada. “Nada” en el sentido de que no resultaron en productos artísticos que fueron a mi portfolio, por ejemplo, pero fueron siempre procesos de vida…
Me parece que ese ritmo singular está marcado por mi derecho a ser indeciso, la posibilidad de ser indeciso, de desistir de una idea en el momento mismo en que me interesa dejarla, la posibilidad de construir un ritmo de creación que permita desistir. Una de las sensaciones que más me agradan es desistir. Me encanta desistir, es maravilloso. Estás súper preocupado, teniendo que cumplir con millones de cosas, con la cuerda en el cuello, y dices: ‘¡que le den!’, ‘se acabó!’, ’desisto!’, ‘vete!, déjame!’
(Suena una larga sirena desde la construcción).
¡Da mucha pereza! Siempre quise mantener ese espacio de maniobra, en el que puedo volver atrás o explotarlo todo. Si tengo que pensar en cuál es mi ritmo singular es el ritmo de mi indecisión… Mi trabajo es el residuo de mi indecisión.
Conozco artistas que trabajan a full, que hacen 10 performances todos los años, todas listadas, organizadas (cita a Regina José Galindo)… Me parece maravilloso, pero yo no trabajo así. Encontré una definición para mi ritmo singular: mi trabajo es el residuo que sobra del proceso de indecisión y “desistencia”.
Parte II
SOFIA PORTO BAUCHWITZ: Que entiendes por “tiempo del arte” en nuestros días?, Que estrategia utilizas para seguir adelante? La indecisión está presente en tu trayectoria poética?
JOTA MOMBAÇA: El tiempo del arte…que gracioso es eso, verdad? Es tan modulado, por lo menos en Brasil, por sus convocatorias, sus plazos límite, las residencias… pero, ¿será eso, el Tiempo del Arte? Si comparo eso con mi propia experiencia como artista indeciso, que no produce con mucha frecuencia… Como peformer mi trabajo pide otro tempo, un tempo singular de cada acción, de la vivencia que me propongo vivir en cada acción. De alguna madera es otro tiempo, fuera del módulo, del trabajo, del rendimiento, del edicto, de la profesionalización del artista… Yo pienso el tiempo del arte como aquel tiempo en el cual me lanzo sobre una experiencia artística, un tiempo que tiene la fuerza de desterritorializar el proprio tiempo del mundo del arte.
Me acuerdo de cuando estaba en Porto Alegre para recoger basura, en el momento que salía de la casa común para empezar mi recorrido por las calles, traté de recordar un fragmento de un texto de David Lapoujade (O corpo que nao aguenta mais ):
“Somos como personagens de Beckett, para os quais já é difícil andar de bicicleta, depois, difícil de andar, depois, difícil de simplesmente se arrastar, e depois ainda, de permanecer sentado”.
Repetí eso como un mantra durante toda mi acción, mi medida de tiempo era ese fragmento que me proporcionaba una unidad de tiempo precario, porque no siempre me acordaba exactamente de él y a veces se me olvidaba repetirlo. El fragmento me daba un ritmo, un cierto tiempo que no era un minuto.
Eso puede ser emblemático para pensar esta cuestión del tiempo del arte, como un tiempo cuyas unidades de marcación son necesariamente precarias. El retraso, el quedarse atrás… todo está conectado a un tiempo modulado por el sistema. En esa unidad de tiempo desprogramada (el fragmento de texto), que no es un minuto, tienes la posibilidad de percibir la precariedad misma de las categorías, de las marcaciones imperantes… A lo mejor no estás tan atrasado, como te dicen que estás… Todos te dicen que deberías ir más rápido, que deberías producir más, que estas envejeciendo, que tienes que aprovechar el tiempo para producir…
Todo esto puede ser removido por el propio tiempo del arte. En esa acción de Porto Alegre estuve tumbado por 2 horas, en el frio, sin camisa, con la cara cubierta… Era una acción que duraba mucho, era un tiempo completamente dilatado. La experiencia del arte reconfigura la idea del tiempo.
Que estrategias puedo desarrollar para crear ese tiempo, inventar, producir ese tiempo descronometrado? Que estrategias posibles puedo inventar, conectadas a la propia creación y más allá? – (Se escucha un largo claxón) – Voy agenciando estrategias distintas conforme mis contextos van cambiando. Inscribirme en convocatorias es una, a veces escojo esa salida. Afinar redes de contactos, producir más allá de las convocatorias.
Aquí en Natal no he conseguido tejer una red de contactos, salvo algunos puntos de contactos. De forma general, es difícil producir aquí en Natal, por eso busqué tejer redes en otros niveles… Entonces, creo que es eso… Las estrategias de las redes me interesan, como respuesta a una necesidad de modularse, hacer esa capoeira del do it yourself, de la independencia, de la desistencia… Es así como voy consiguiendo superar todas esas cosas implicadas.
Parte III
SOFIA PORTO BAUCHWITZ:
¿Qué entiendes por arte político? ¿Y por micropolítica?, ¿Te sientes presionado por el mundo? ¿Qué mundo? Cómo te presiona?
JOTA MOMBAÇA:
Nunca conseguí separar esos dos ejes: arte y política. Tampoco conseguí no pensar políticamente aquello que estaba produciendo. Hay un riesgo gigante de caer en una castración política, de llegar a un arte panfletario, comprometido, que grita que quiere hacer la revolución! Nunca me ha gustado esa forma de hacer política. Nunca conseguí pensar lo político para fuera de un punto de vista artístico. Creo que es ahí donde algo sucede, creo que es lo que me interesa, esa contaminación que es posible producir por medio de miradas artísticas en la manera misma que la política es conformada. Eso no lo pienso sólo yo, esto aparece en varios lados. En las aulas de Alain Badiou, él dice que “ya es hora de pensar la política como arte”.
En las cosas que hago hay un contenido político muy marcado, cuestiones de sexualidad que aparecen con carga política, pero no de la política del panfleto, sino la de la afectividad, del estar-junto. La micropolítica es lo que materializa la política. No la ley, la ley es un pedazo de papel. La ley puede ser efectivada, ¿pero cómo? Por los procesos que activan la política, los dedos, las manos, por ideas, pensamientos, agenciamientos… Un crimen es un crimen, pero la subjetividad de los policías es lo que determina que esa ley sea materializada. La micropolítica es lo que aproxima esa política de la Institución e del Estado a nuestra experiencia cotidiana. Quizás por pensar la política por el arte nunca he conseguido pensar la transformación política alejada de una idea de transformación de la relación de las moléculas. Insisto en ese campo de tensiones, de encrucijadas, absolutamente microfísico, micropolítico. Tengo cada vez menos paciencia para artistas que hablan de una manera desconectada, desde fuera del mundo, de las condiciones de producción… Quiero contaminar el espíritu del tiempo pero también ser contaminado por el tiempo, estar despierto para esas relaciones y no esquivarme de las implicaciones políticas de aquello que estoy creando.
Por ejemplo, no sé pensar arte y creación con animales… En algunos proyectos que ideé en ese sentido, algún animal acababa muerto y por eso nunca conseguí seguir adelante con ellos, justo por esa implicación, por esa política de las especies. Es un principio ético de creación, pensar una política de creación es pensar cómo salir de ciertas visibilidades públicas.
Actualmente la coyuntura política está marcada por el arañazo de lo micropolítico. Ya no tienen, actualmente, sentido aquellas grandes manifestaciones de veinte o treintamil personas en las calles, y en nuestros días producen mayores rupturas y consecuencias políticas acciones performadas como las del Colectivo Coiote en Rio de Janeiro.
Tiene sentido ver como esos agenciamientos moleculares de pequeños grupos perforan el escenario político, yendo del micro al macro, ganando visibilidad. Es algo que me interesa mucho, ver la forma como la política pasa a ser menos panfletaria, menos comunicación puntuada, reivindicación, para ser una forma de comunicación mucho más monstruosa que irá afectar al mundo en otras dimensiones indecibles, que no se explica racionalmente, y que insertará partículas monstruosas que pueden contaminar el proceso político y ganar otros ambientes.
Existen otras micropolíticas que no pasan por el arte de protesta, de guerrilla. Artes que se insinúan en el campo relacional, más táctil. Yo toco la persona, partes íntimas de la persona, eso implica un trueque que me parece muy político. Entender el cuerpo del otro, los límites del cuerpo. En el juego de la acción vas percibiendo las reverberaciones de carga política, la recepción, la relación del régimen de afectación.
¿Si me siento tensionado por el mundo? Sin duda. Las convocatorias, las ideas, los discursos coherentes, pensar en mí como agente de mí mismo… Siento constantemente un peso y unas ganas de fracasar, de equivocarme, de echarlo todo a perder, justamente por esa presión que me pide salir de las periferias. ¿Que necesito hacer para no ser “O doidinho da Vila”? De verdad quiero no-ser el Doidinho da Vila? Eso significaria renunciar a una forma de creación que no consigue tocar el grado de inteligibilidad de los marcos de las representaciones artísticas.
Esta es una discusión vieja, aburrida y que sigue existiendo…pero al mismo tiempo me interesa otra forma de lidiar con esa presión. No me seducen las narrativas del cansancio, las quejas, del mundo que es así, la sociedad que es asá, las cosas que no funcionan, esa pasión tremenda por quejarse!
Creo que una estrategia para escapar a ese juego de presiones es tratar de afectar el mundo, contaminarlo, presionarlo de vuelta. Creo que el fracaso es una estrategia, fracasar mejor. Al fracasar estas en un punto ciego del régimen de visibilidad, de visibilización. ¿Cómo rasgar ese régimen? ¿Cómo hacer mi devenir más errático? ¿Cómo coger eso que me presiona, y colocar mi equívoco en su lugar, y trabajar tanto en mi error, perseguir tanto mi error, y capacitarlo, darle una inteligibilidad propia que no pide marcos instaurados?. Crear excepciones como forma de devolver la presión del mundo, de re-golpear esa presión violenta del mundo.
Mi consejo a un artista es éste: Fracasa.
Pero otro consejo que había pensado sería el de diferir de uno mismo. John Cage decía que le interesaba el self-alteration. Yo estoy interesado en eso. Es sólo para diferir de mí mismo que me comprometo en un proceso artístico. Artista, no te tomes tan en serio, eso te abrirá el campo de indecisión y desistencia, te abrirá los márgenes… Te abrirá las posibilidades de descubrir cosas que no harías, de descubrir otras estrategias.
Por mucho tiempo hemos escuchado “sé tú mismo”, el arte como un estado de ensimismamiento. No, me recuso: quiero ser otro. Ser otro es asumir estrategias diferentes, circular por mundo distintos, salir del underground, ir al mainstream, ser el beso de la basura en la boca del lujo (ser o beijo da boca do lixo na boca do luxo – gif), habitar espacios laterales, paratópicos. Lugares que podemos habitar, lugares para atravesar, negociar entre fronteras, descubrirse distinto en cada nuevo giro, nuevo choque, nuevo proceso… La auto-alteración tiene ese tiempo de la indecisión. Una ética del ser otro, de la diferenciación…eso me interesa. Siempre que encuentre mi eje gravitacional, desreglar la experiencia, intentaré encontrar en la pérdida de equilibrio algo diferente que me re-seduzca. (Cita Tom Zé, que diz: “Sofro de Juventude, essa coisa maldita, que quando está quase pronta, desmorona e se frita”).
JOTA MOMBAÇA (1991, Natal, BR.) Marica no binaria, nacida y creada en el Nordeste de Brasil, que escribe, performa y hace estudios académicos en torno a las relaciones entre monstruosidad y humanidad, estudios kuir, giros decoloniales, intersecconalidad política, justicia anticolonial, redristribicción de la violencia, ficciones visionarias y tensiones entre ética, estética, arte y política en las prouducciones de conocimiento del sur-del-sur globalizado.
SOFIA BAUCHWITZ (1988, Rio de Janeiro, BR.) es Artista Visual y Doctora en Bellas Artes por la UCM. En 2012 termina el grado de Artes Visuales (UFRN, Brasil) con un trabajo sobre memoria familiar y auto-ficción enfocado en la melancolía como herencia. Recientemente ha defendido su investigación doctoral sobre la imagen del artista errante y el discurso artístico como herramienta cartográfica. Ha recibido becas de investigación del CNPq (2009-2011), CAPES (2014-2017) y DAAD (2011). En 2015 fue artista becaria del Museo de Arte de Viena (MAK) en su programa de residencias artísticas en Los Ángeles (USA). Su trabajo ha sido expuesto en el Museo de Arnhem (Arnhem, Holanda), en la Sala de Arte Joven (Madrid), el Centro de Arte Contemporáneo Complutense (Madrid), Fundaçao Eugenio de Almeida (Évora, Portugal), Zeicheninstitut (Kassel, Alemania), Museo Murillo la Greca (Recife – Brasil), Pinacoteca do Estado (Natal – Brasil), Centro Cultural Banco do Nordeste (Fortaleza -Brasil), Museu Assis Chateaubriand da Universidade Estadual da Paraíba (Joao Pessoa, Brasil), etc.