BARAHÚNDA 3 (EDITORIAL)

La fotografía Valle de la Sombra de la Muerte, tomada por Roger Fenton durante la Guerra de Crimea en 1855, es un punto de partida ineludible para reflexionar sobre el poder de las imágenes y su capacidad para construir relatos. Esta icónica imagen, considerada una de las primeras fotografías manipuladas de la historia, nos enfrenta a una paradoja: mientras evoca la desolación y el horror de la guerra, también revela la mano del artista en la construcción de una narrativa específica. Fenton no solo capturó un escenario; lo modificó, añadiendo balas de cañón en el camino para intensificar el dramatismo. Esta intervención, lejos de ser un mero acto técnico, nos habla de la responsabilidad del creador en la configuración de la realidad visual y, por extensión, en la construcción de significados políticos y sociales.

Esta imagen, y su versión menos conocida sin las balas de cañón en el camino, nos invita a cuestionar cómo las imágenes no solo reflejan la realidad, sino que también la construyen. En un mundo donde la circulación de imágenes es constante y abrumadora, ¿qué papel juegan los artistas y productores culturales en la configuración de los discursos hegemónicos? ¿Cómo se posicionan frente a las emergencias sociales, políticas y ecológicas que definen nuestro tiempo? Estas preguntas son el núcleo de este número de Barahúnda, que busca explorar la relación entre arte, política y emergencia desde múltiples perspectivas.

La tensión entre la autonomía del arte y su compromiso con la realidad ha sido un tema recurrente en la historia del pensamiento artístico. Desde la crítica postmoderna de la representación hasta las reivindicaciones contemporáneas de un arte comprometido, la discusión sobre el papel del arte en la sociedad sigue siendo vigente. En un contexto geopolítico marcado por guerras en activo, crisis humanitarias y desastres ecológicos, la pregunta sobre qué puede hacer el arte adquiere una urgencia particular.

Barahúnda nº3 reúne seis artículos que abordan estas cuestiones desde diversas disciplinas y metodologías. Cada uno de ellos ofrece una mirada sobre la relación entre arte, política y emergencia, invitando al lector a reflexionar sobre el poder de las imágenes, la responsabilidad de los creadores y las posibilidades del arte en contextos de crisis.

Josu Larrañaga explora las implicaciones de la IA en la memoria, la subjetividad y la representación cultural, a través de las prácticas artísticas; Alejandro Simón memora las protestas estudiantiles de 1990 en la Facultad de Bellas Artes, señalando las prácticas artísticas como herramienta de resistencia; Yayo Aznar analiza la emergencia de la revolución, pensando junto a obras que nacen al calor de las mismas ; Usama Habil aborda la figura del mártir en el Oriente Próximo, reflexionando desde el arte en contextos de violencia; Alejandro Sánchez Berrocal razona acerca de las pasiones tristes y la temporalidad catastrófica, explorando el arte como medio para confrontar crisis; Javier Fresneda muestra la materialidad de Internet como un espacio político y cognitivo, destacando su influencia en la experiencia digital.

En conjunto, los artículos ofrecen una múltiple visión panorámica desde el arte como espacio de emergencia en un mundo marcado por la urgencia y la incertidumbre.

Desde Barahúnda, esperamos que este número inspire interrogantes y debates acerca del papel del arte en la construcción de futuros alternativos. En un momento en que las imágenes y los discursos están en constante disputa, creemos que el arte tiene el potencial de ser un espacio de resistencia y esperanza. Invitamos a nuestros lectores a sumergirse en estas páginas y a reflexionar, junto a nosotros, sobre cómo podemos tomar posición frente a las emergencias que definen nuestro tiempo.

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