Cuando el Antropoceno encontró las imágenes (BELÉN CEREZO)

“ The spectre that many try not to see is a simple realisation-the world will not be “saved”… If we don’t believe in a global revolutionary future, we must live (as we in fact always had to) in the present”

Anna Tsing

 

El pasado año, en 2016, se celebró el 35º Congreso Internacional de Geología en Sudáfrica en el que se acordó que existe registro geológico fiable para considerar un nuevo tiempo geológico, el Antropoceno. Estos diferentes tiempos se sitúan en la escala de tiempo geológico que delimita los distintos períodos de la historia de la Tierra, los cuales  se definen por cambios que han tenido un impacto global. En dicho congreso los científicos de la Comisión Internacional de Estratigrafía y de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas se pusieron de acuerdo sobre la vigencia del término Antropoceno para reflejar las dramáticas y abundantes evidencias de un cambio en el comportamiento de la Tierra, provocado por la actividad humana. Asimismo, después de largos debates para determinar si el Antropoceno reúne el criterio necesario para constituir una nueva época geológica, y posteriormente sobre cuál era el momento que marcaba el inicio de dicha época, los estratógrafos y los geólogos consideraron los efectos antropogénicos y acordaron que la época del Antropoceno comenzó en 1950 con los bombardeos y pruebas nucleares tales como Hiroshima y Nagasaki[1].

El término Antropoceno fue acuñado a principios de la década de 1980 por el ecologista Eugne Stoermer de la Universidad de Michigan, que introdujo este término haciendo referencia a la creciente evidencia de los efectos trasformadores de las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, sobre la Tierra. Posteriormente, el término Antropoceno hizo una aparición estelar en los discursos sobre la globalización, en el año 2000, cuando el premio Nobel Paul Crutzem propuso que las actividades humanas habían sido de tal magnitud, que merecían el uso de un nuevo tiempo geológico.[2]

Por lo tanto, la cuestión del Antropoceno ha partido de las ciencias naturales, y más en concreto de la geología, aunque se ha expandido a las áreas de las artes, las humanidades y las ciencias sociales marcando de esta manera un cambio epistemológico. En los debates sobre el Antropoceno nos encontramos con importantes contribuciones por parte de figuras destacadas como Bruno Latour, Eduardo Viveiros de Castro, Donna Haraway, y Anna Tsing. La creciente bibliografía sobre el Antropoceno muestra la importancia de las cuestiones que dicho término aborda. Entre las publicaciones recientes destaca Against the Anthropocene, Visual Culture and Environment Today[3] de T.J. Demos. Asimismo en relación al término Antropoceno han surgido diversas revistas académicas[4], proyectos expositivos como  el “Anthropocene Project” desarrollado por Haus der Kulturen der Welt en Berlín y la publicación “Art in the Anthropocene: Encounters among Aesthetics, Politics, Environments and Epistemologies” de 2015 editada por Heather Davis y Etienne Turpin.

 

El mundo que vivimos. Capitaloceno, Petrocapitaloceno, Chthuluceno…

Richard Misrach, Petrochemical America, fotografía a color

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Atendiendo a la relevancia de la noción de Antropoceno, dicha noción hace que nos preguntemos por el mundo que vivimos ya que aborda cuestiones como el cambio climático, la extinción de especies animales y vegetales y la posible desaparición de la vida humana sobre el planeta. Entre las potenciales críticas del concepto de Antropoceno, éstas vuelven a poner la atención en la noción de vida, y pueden abrir vías para imaginar y especular con subjetividades colectivas alternativas. Sin embargo, las diferentes conceptualizaciones del Antropoceno plantean diversos problemas ecológicos, filosóficos, éticos, políticos y socioeconómicos que deben ser interrogados. Un primer problema sería que la idea de Antropoceno tiende a universalizar el impacto humano sobre el planeta; ocultando y oscureciendo eficazmente la responsabilidad del aparato militar-estatal-empresarial y haciéndonos a todas cómplices y responsables de su proyecto destructivo [5].

Otro problema ligado a la conceptualización del Antropoceno es que ha servido y sirve de excusa para una parte de la tecnociencia que propone que puede “solucionar los destrozos” con más desarrollo tecnológico, planteando así que el progreso es inagotable y que los recursos naturales y el medio ambiente son meras mercancías. De esta manera, abogan por más y mayores proyectos de geo-ingeniería que tratarían de resolver problemas actuales como por ejemplo  la escasez de combustibles fósiles a través de la extracción en nuevos territorios como el Ártico.

Igualmente debemos observar como el término antropoceno evita que se politice la ecología, al no señalar las interconexiones entre cuestiones políticas y éticas de los modos dominantes de producción tecno-científica del capitalismo. Esta politización de la ecología podría conducir a la práctica de la justicia climática, que requiere que las políticas de igualdad, derechos humanos y responsabilidad histórica sean tenidas en cuenta cuando se aborda el cambio medioambiental.[6]

Atendiendo a estos problemas, algunos autores sugieren los términos Capitaloceno, Petrocapitaloceno, Plasticoceno, Chthuluceno y algunos otros, para diagnosticar de manera más precisa el momento actual. Como expone Demos, Capitaloceno, el tiempo geológico del Capitalismo, sería un término más apropiado ya que haría referencia directa al sistema capitalista como causante de los cambios y desastres medioambientales, estableciendo el origen del problema en las condiciones de explotación capitalistas en relación al trabajo, las energías y las materias primas; entendiendo el capitalismo de una manera amplia y pudiendo llegar a conceptualizarlo desde el colonialismo. Además el término Capitaloceno refleja cómo el capitalismo se ha desarrollando dando la espalda a la naturaleza y transformándola drásticamente[7].

Chthuluceno, por otra parte, es el nombre planteado por Donna Haraway, una de las voces más críticas con el término Antropoceno[8].  Para Haraway, el Antropoceno es el nombre propuesto para una época geológica en la que los humanos se han convertido en la mayor fuerza determinante de la continuidad de la posibilidad de la vida en la Tierra, en la cual organizaciones vivas que llevaban millones de años están siendo anuladas en instantes. Haraway propone el término Chthuluceno que deriva de fuentes diversas como la ciencia ficción, el feminismo y las fabulaciones especulativas para dar cuenta de la época actual en la que conviven entre otros multi-especies y devenires no patriarcales. De esta manera, la propuesta de Haraway es post-antropocéntrica y destaca las prácticas resilentes que generan colaboraciones entre especies.

 

Visualizaciones del Antropoceno

 

‘The Anthropocene is so built into our senses that it determines our perceptions, hence it is aesthetic’.

Nicholas Mirzoeff

 

¿Cómo son las visualizaciones del Antropoceno? Las imágenes del Antropoceno se suelen centrar en dos tipos: (a) desastres y emergencias medioambientales que tienen visibilidad y repercusión mediática y (b) escenas devastadoras de “violencia lenta”[9].  Respecto a las crisis ecológicas y medioambientales “de gran envergadura” y “de gran visibilidad mediática”, algunos ejemplos serían los “desastres naturales” como el huracán Katrina en New Orleans en 2005, el accidente nuclear de Fukushima en Japón en 2011, los incendios forestales, las largas sequias y dentro del contexto estatal podemos recordar el caso del ‘desastre’ del Prestige, el derrame de petróleo que ocurrió en las costas gallegas de 2002, y remitiéndonos al ámbito internacional tendríamos el derrame causado por la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en 2010.[10]

Daniel Beltrá, Oil Spill #17, Mayo, 2010.

En 2010 la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, situada en el golfo de México, se hundió́ a 1500 metros de profundidad tras sufrir una explosión provocada por un escape de metano. Las consecuencias fueron devastadoras: casi cinco millones de barriles de crudo se vertieron al mar –de los cuales el 75% todavía permanece en el fondo del océano– y centenares de kilómetros de costa afectados en el que se considera el accidente petrolífero más grave de la historia. El fotógrafo Daniel Beltrá, especializado en fotografía aérea, recibió un encargo de Greenpeace para fotografiar este desastre.

El trabajo de Beltrá se muestra en la presente edición de Getxophoto, festival que se caracteriza por el uso del espacio público para acercar las imágenes al espectador. Cuatro fotografías se mostraban a gran escala en la playa vizcaína de Ereaga, curiosamente las imágenes están colocadas en casetas de obra que nos recuerdan a los contenedores de transporte marítimo. Las imágenes de Beltrá parecerían sacadas de Google Earth, aunque la página web del festival dice que Beltrá “tomó fotografías durante dos meses desde la ventana de un hidroavión a más de 900 metros de altura” y que el “resultado es un conjunto de imágenes trágicamente bellas con las que es fácil caer en el desánimo. Sin embargo, el autor no se rinde y afirma que siempre valdrá́ la pena conseguir que alguien se pregunte en qué puede ayudar”[11]. A partir de estas ideas podemos cuestionarnos sobre el funcionamiento de esta serie de imágenes, y plantearnos ¿en qué medida estas imágenes contribuyen o no a crear posiciones críticas en relación a las industrias petroleras y su responsabilidad en este tipo de eventos?. Es importante destacar que la petrolera británica BP se declaró culpable del “accidente” que causó el derrame y también la muerte de 11 empleados de dicha empresa.

Instalación de fotografías de Daniel Beltrá, Getxophoto 2017, Playa de Ereaga, Getxo.

El concepto de “violencia lenta” ha sido acuñado por el académico Rob Nixon, que se dedica a las humanidades medioambientales, para definir “una violencia que ocurre gradualmente y que no podemos ver, una violencia de destrucción tardía que se dispersa a través del tiempo y el espacio, una violencia atípica que no se considera habitualmente como violencia en absoluto”[12]. Esta violencia lenta sería el producto de años de contaminación medioambiental, del militarismo, las políticas desarrollistas y  del imperialismo que se producen sobre todo en el Sur Global.

Para Nixon, que ha articulado las dimensiones políticas del reto actual desde el ámbito de la producción de visualizaciones del Antropoceno, un tema fundamental desde un punto de vista tanto estratégico como representacional es cómo podemos convertir en imágenes y narrativas los desastres que se desarrollan de manera lenta y que son indiferentes a las tecnológicas, que se mueven por el sensacionalismo de nuestro imagen-mundo. Nixon nos interpela a buscar cómo convertir las emergencias de larga duración de violencia lenta en historias lo suficientemente dramáticas para despertar la conciencia pública y causar y garantizar intervenciones políticas.[13]

 

Edward Burtynsky, Residuos de níquel #36, Sudbury, Ontario, 1994, fotografía a color.

 

Edward Burtynsky, Residuos de níquel #34, Sudbury, Ontario, 1994, fotografía a color.

En relación a la visualidad del Antropoceno, entre los fotógrafos que se han dedicado a reflejar los desastres ecológicos destacan nombres como Edward Burtynsky, Louis Helbig y Richard Misrach, que hacen fotografías monumentales sobre diferentes escenarios de violencia medioambiental. El canadiense Edward Burtynsky ha desarrollado su carrera artística fotografiando lo que podríamos denominar paisajes industriales por los cinco continentes. Burtynsky coloca la cámara generalmente alejada y elevada. Las series de Burtynsky recogen lugares tales como zonas de extracción petrolífera, canteras y minas.

Su serie de minas está compuesta, entre otras, por fotografías de zonas con residuos de níquel tomadas en Ontario a mediados de los años noventa. Estas espectaculares imágenes también están tomadas desde un punto de vista elevado y en ellas. las aguas son de intensos colores naranjas a causa de la oxidación del hierro, que queda tras separar el níquel y otros metales del mineral. Sin embargo, entre las visualizaciones del Antropoceno es cada vez más común el uso de imágenes generadas a partir de datos captados por satélites. Entre este tipo de imaginería ha destacado una imagen que muestra la contaminación lumínica nocturna del planeta, esta imagen ha sido ampliamente difundida por los media (link).

Esta imagen que se nos presenta de manera inocente, casi como una fotografía normal, habría sido producida a partir de los datos acumulados por satélites que giran alrededor del planeta en lo que se denomina Low Earth Orbit. Por lo tanto es importante entender que se trata de una imagen compuesta; un collage generado a partir de bases de datos geoespaciales mediadas a través de una combinación de asunciones teóricas, limitaciones técnicas, paradigmas científicos, y también precondiciones socioculturales. Así es que los datos geoespaciales generados por los satélites no serían modelos precisos y rigurosos sino construcciones socio-técnicas que si algo cuestionan es la capacidad humana de generar sentido a partir de esa información, como apunta Nikos  Kaskikis.[14]

Para Kaskisis, la propia noción del Antropoceno no habría surgido si las transformaciones socio-medioambientales no hubieran sido reveladas por las capas densas de observaciones generadas por los sensores remotos de los satélites. Asimismo, también señala que en cuanto éstas observaciones se convierten en bases de datos cada vez más refinadas y detalladas, una creciente confianza en las capacidades del aparato tecno-científico, a menudo oscurece y naturaliza las condiciones bajo las cuales la noción del Antropoceno ha surgido.

La cuestión de la producción de representaciones a partir de imágenes captadas por satélites es importante ya que demuestra, como bien explica T. J. Demos, que la producción de imágenes se ha desplazado más allá de la fotografía (históricamente cercana a la percepción humana) para situarse en el terreno las tecnologías remotas. En relación a estas nuevas imágenes, Kaskisis nos urge a pensar y mirar críticamente este tipo de imágenes, y el aparato ideológico geo-espacial sobre el que se apoyan resaltar sus falacias, potenciales y sus limitaciones , y cuando sea apropiado, intentar reinventarlas de manera radical. Igualmente, ante este tipo de imágenes Mirzoeff apunta que sería necesario crear y cultivar nuevas maneras de ver[15].

Este artículo, a través del análisis del término Antropoceno y de sus funciones ideológicas intenta proporcionar unos apuntes sobre el papel desempeñado por la imaginería visual en el proceso de conceptualización del Antropoceno. Del mismo modo, trata de contribuir a las humanidades críticas y al estudio de las prácticas artísticas y activistas que funcionan como contrapeso, e interrumpen el discurso tecno-científico y ponen sobre la mesa las preguntas de relevancia ético-política en los debates sobre el desarrollo medioambiental. Estas cuestiones son vitales ya que el desarrollo medioambiental influye y repercute en el mundo que vivimos todas.

[1] Los científicos votaron que la marca que determina el cambio al tiempo geológico del Antropoceno son los residuos radiactivos del plutonio, provenientes de los numerosos ensayos con bombas atómicas realizados a mediados del siglo XX.  Los científicos eligieron 1950 como la fecha de inicio del Antropoceno, ya que indica un momento global y sincrónico del cambio planetario.

[2] Donna Haraway, Tentacular Thinking, Anthropocene, Capitalocene, Chtlhlucene. http://www.e-flux.com/journal/75/67125/tentacular-thinking-anthropocene-capitalocene-chthulucene/

[3] T.J. Demos, Against the Anthropocene, Visual Culture and Environment Today, Sternberg Press, 2017.

[4] The Anthopocene, The Anthropocene Review y Elementa serían algunas de las publicaciones académicas que interrogan la cuestión del Antropoceno.

[5] T.J. Demos, Against the Anthropocene, Visual Culture and Environment Today, Sternberg Press, 2017, p.19

[6] T.J. Demos, Against the Anthropocene, Visual Culture and Environment Today, Sternberg Press, 2017, p.22.

[7] Para una lecturas más completa de estas y otras nomenclaturas consultar el capítulo cinco de T.J. Demos, Against the Anthropocene.

[8] Donna Haraway, Tentacular Thinking, Anthropocene, Capitalocene, Chtlhlucene. http://www.e-flux.com/journal/75/67125/tentacular-thinking-anthropocene-capitalocene-chthulucene/

[9] El concepto de ‘violencia lenta’ es una traducción personal del término anglosajón ‘slow violence’ que desarrolla en académico Rob Nixon. Rob Nixon, Slow Violence and the Environmentalism of the Poor. : Harvard University Press, Cambridge, MA/London, England, 2011.

[10] Es interesante observar como hasta el cine de Hollywood ha visto el potencial de este tipo de catástrofes. En 2016 se estrenó la película ‘Deepwater Horizon’, dirigida por Peter Berg y protagonizada por Mark Wahlberg, Kurt RussellJohn Malkovich y Kate Hudson entre otros.

[11] Disponible en: https://www.getxophoto.com/edicion-2017/autores/daniel-beltra/

[12] Rob Nixon, Slow Violence and the Environmentalism of the Poor. Harvard University Press, Cambridge, MA/London, England, 2011, p.2.

[13] T.J. Demos, Against the Anthropocene, Visual Culture and Environment Today, Sternberg Press, 2017, p.13.

[14] Según explicó Nikos Kaskisis en el pasado Simposio “Postcards from the Anthropocene, Unsettling the Geopolitics of Representation”, organizado por la School of Architecture, Edimburgh University.

 

[15] Nicholas Mirzoeff, How to see the world, Penguin Books, London, 2015.

Belén Cerezo is artist and currently she is an associate lecturer in Photography at Nottingham Trent University. Within her practice and research, photography operates as the guiding notion to explore the muteness, the lack of innocence and the codification of photographs and how images mediate our experience when they are also mediated by other images. Her practice enquiries into popular culture, commodity fetishism and the current relationship between place and culture characterised by displacement.

In 2016 she was a resident artist at Bilbaoarte, Bilbao. In 2015 she produced the project ‘Rehearsing Memory, Belton 2015’ for Belton House, the National Trust, in collaboration with artist Rebecca Lee. In 2012 she took part in the workshop ‘The Methodology of the Project’ led by Antoni Muntadas in MUSAC, Leon, Spain. Belén Cerezo co-coordinated the Education Department for Manifesta 8, Murcia, 2010. She published the photo-book Somewhere Better, Nowhere Better in 2009. She had a solo exhibition titled Plastic People at CAB, Centro de Arte Caja de Burgos in Burgos, Spain, in 2008 and she has taken part in several international collective exhibitions including Migration Addicts, part of the Parallel Events of the 52 Venice Biennale in 2007. Belen Cerezo studied a BA (Hons) Fine Art at the Universidad del Pais Vasco in Bilbao, Spain and a BA (Hons) Art and Visual Culture at the University of the West of England, Bristol, UK. Belen studied an MPhil in Photography and New Audio-visual Media at the Universidad Politecnica de Valencia, Spain.

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