El cuaderno, el cuadro, tu peli, ese latido. (Sally Gutiérrez Dewar)

Querido Pablo,

¿Cómo estás?
Hace mucho que no sé nada de ti. Espero que estéis bien, en este mundo con sabor más
metálico y ácido desde la pandemia.

Pienso en vosotros algunas veces y os imagino en esa casa de curvas y lámparas doradas, donde os visitaron mis amigos mientras Montse cosía.

He visto que estás con otra película de la saga de Lamaland; tremendo que hayas seguido tanto tiempo dentro de la selva paraguaya con esos ancianos hermanos, descendientes de la colonia de Nueva Germanía que fundó la hermana de Nietzsche.2 Hablábamos en el coche, atravesando bosques bálticos, sobre si lo que leemos son los libros originales o los editados por ella, con la ayuda de Heidegger, para darles la perspectiva fascista que ella apoyó fervientemente.

Leí que mientras que Nietzsche (C. Diethe, 2003) deliraba en su cuarto al final de su vida, vestido con un largo camisón blanco, su hermana Elizabeth organizaba veladas en casa y mostraba al famoso escritor a los invitados. ¿Qué les estaría pasando por la cabeza?

Me preguntaba si algo de esa relación tóxica y dependiente de Friedrich y Elizabeth está reflejada en Friedrich y Max Josef, los hermanos que llevas una década grabando, y cuanto de tu observación y acompañamiento habrá transfigurado y endulzado sus vidas.

En el caso de que esta película sea el final del ciclo, de la saga, al destruirse mutuamente los hermanos ¿también acaban allí tus fuerzas cinematográficas?, ¿la lucha a la que alude la película, entre luz y oscuridad, es la tuya por finalmente escapar de un espacio-tiempo que te agota y te atrapa? Siempre hay otro plano, otra historia, contada o no.

La película será de nuevo bellísima, auténtica e infinita. Ya te dije que me parecía que había algo de Costa en tu tiempo-mirad-detenida, que nunca me pareció cómplice, pero tampoco lejana, ni condescendiente. Aclaro que escribir sobre tus películas tendría que demorarse tanto como verlas; y en esa línea, fíjate lo que escribe Javier sobre el cine de Pedro Costa: “Cuando es tratada a base de generalidades, la obra visual suele verse explotada a favor de un discurso previo que ella corrobora, a menudo de forma abusiva y olvidando la materialidad de la imagen, desemejanza esta que funda la pertinencia misma del arte.” (Codesal, J. 2022)

Voy a usar más la palabra “desemejanza”.

Cada vez tengo más reticencias al hecho de encender una cámara delante de alguien que no sea actor/actriz, pero tus hermanos en sí son casi un fuera de campo; danzantes de una lenta coreografía que sale y entra por ellos y a través tuyo.

La rana del trailer me recuerda a Harry, la cría de erizo que filmé para Correspondencias (ahora se llama Archipiélago3, pero aún no veo esa película como un conjunto de islas, la sigo viendo como sobres medio abiertos en continuo movimiento; como un diálogo insistente y disperso que nunca acaba de responderse y acaba creando un relato zigzagueante, pero un relato). La volví a ver tras un tiempo, y me chocó lo certero que es Archipiélago contando no lo que fue, sino lo que rodeó la pandemia y se coló en nuestras vidas, parecido a echar posos de café a una planta.

Harry comía melón de mi mano y no era uno, sino varios hermanos huérfanos erizos. Es lo que tiene el cine, hay ciertas representaciones que no distinguimos. (Mueren cada año centenares de erizos atropellados). Luego vi a uno de ellos inerte, de lado, acribillado por una urraca, pero no lo grabé ni lo enterré. Así sigue vivo para siempre, pensé, con la voz emocionada de Ange comentando de fondo, aunque le dije que estaba grabando y que no hablara. Ahora ya esos planos no se despegan de la voz que no les correspondía.

Espero el enlace de tu nueva película, y vas a reírte cuando añado que sé que no hay desenlace.

***

Querida Cynthia

Espero que esto te encuentre bien y feliz.

Aquí ahora por fin llueve, tras meses de sequía; incluso se secó el arroyo donde acaba nuestra película coral, hecha de retazos de esos meses que parecen incómodos de recordar, incluso de nombrar, a pesar de que cambiaron nuestro mundo para siempre.

He estado intentando entender la razón de tu molestia frente a esa amiga que te pidió que le escribieras sobre los eventos que rodean el capítulo final de tu casa, tu hogar desde hace 30 años. Ese desahucio que te rompió el corazón. El parque lleno de águilas y halcones engulle los edificios que siempre han convivido con su borde.

Aquellas montañas de al menos doce verdes relucientes, llenas de aves cuyos nombres recitabas, donde aseguras no poder volver. Imagino que resulta casi imposible luchar, sin recursos ni apoyos, contra un gobierno autoritario y violento. No hay suficiente dinero para que un abogado defienda esa causa; las construcciones de pronto declaradas ilegales. No se ofrecen indemnizaciones. Me pregunté donde irán las familias sin recursos y sus perros que vivían en los bajos, cerca de los monos.

Quizá te dolió la idea de dar palabras a la rabia, concederlas un espacio exacto, convertir la impotencia en un mensaje con renglones, en una reflexión racional, con ortografía correcta, tildes y puntos. O tu amiga no entendió que dejar constancia de que fuiste testigo puede costar una vida.

Me quedé pensando en lo que se puede escribir, y en lo que se puede pedir, y a quién. En cómo se trabaja juntxs, en los conflictos existentes en él arte y antes del arte, incluso entre personas afines, amigas. Los proyectos, los colectivos, las colaboraciones. Las tensiones de no haber crecido usando las palabras de la misma forma, los tonos de la voz, los tiempos no respetados, el tiempo que no tienes, el excesivo protagonismo, la incapacidad de diálogo cuando alguien habla más alto o más tiempo, o no cede la razón. El arte y el cine. El producto reluce, tiene título, hay una teoría, un estreno, una inauguración, alguien lo avala, alguien relevante lo apoya. Debajo el rastro, que ya no importa, como el que dejan los caracoles, transparente pero pegajoso. La molestia que se hace olvidadiza, el gesto invisible divisivo. Supongo que, como apunta Maggie Nelson, la cuestión no es el lío y las contradicciones en las que estamos sumergidas, sino como negociamos y bailamos con esa maraña (2021).

Los monos estarán deambulando en las ruinas, ¿o ya se estará construyendo algo nuevo?

Halcones y grúas amarillas.

Como no quisiste, o pudiste, escribir a tu amiga, por lo menos quería dejar aquí ese fantasma, ese sobrevuelo, el olor a cúrcuma y a niebla cálida cuando se encienden las luces de la tarde-noche, las disculpas, ese latido.

***

Queride Kuki,

¿cómo sigues? Por fin encuentro un rato para escribirte, y aunque ya no se envíen cartas, para mí son un ejercicio de tiempo-regalo-amistad. Alguien escribió que cada carta es una carta de amor, y que todas las cartas están escritas a una misma.

Parece que estás OK y muy ocupade por todo lo que subes a las redes, pero espero que este tiempo tan intenso fuera finalmente lo que esperabas, o por lo menos que hubiera algo hermoso e interesante, que te moviera a sonreír como solo tú puedes hacerlo.

Desde que dejaste el museo no han vuelto a saber de ti, les he dicho a todo el grupo que te va bien con los masajes, que viajas a Brasil a veces, y que se te ve feliz con tu familia.

Sé que Sandra te envió el diario que escondiste bajo el colchón, y que por él supo que estabas embarazade. Me sorprendió que ni siquiera cuestionaste el hecho de que lo leyera; quizá decidiste que una vez que se desvela una obra pasa a pertenecer a quien la tiene entre las manos. La tuya estaba inundada por dibujos y garabatos, escritas hasta los márgenes con tu caligrafía cursiva, tan legible y redonda que resultaba casi irreal. Me envío varios pantallazos y me dio pudor leerlos, pero la composición de las frases que rodeaban a los cisnes, serpientes, mariposas y dragones, siguiendo sus finos contornos negros y rojos, me fascinó, y aún los guardo, negándome a leer las frases, que son solo tuyas.

Ya te recomendé, entonces se escribía aún por Facebook, que miraras la obra de Charlotte Solomon (Pollock, G. 2008). Justo ayer vi que ha aparecido un documental sobre su vida, basado en sus 1.300 cuadros, finalmente convertidos en una narrativa temporal, aunque no sea una ópera4.

A veces las cartas se escriben para poner parches a la vida, o son esos dragones y mariposas de los márgenes de nuestras horas. Y desde aquí te puedo decir que sé que no quisiste que fuéramos al centro de internamiento de extranjeros donde encerraron a tu novia. Sandra le llevó champú y colonia, un libro, algo de comida y chicles de menta.

Vivía en un piso compartido antes de ser detenida, creo que fue allí la agresión. No fue una violación, le dijo, pero luego supimos que salió a la calle gritando, des-vestida con un camisón blanco; como un dibujo de Solomon en los que repite la misma figura varias veces, moviéndose por los extremos de la hoja hasta casi salirse, otro drama de su vida que dibujó obsesivamente, porque lo que más amaba era dibujar y pintar.

Jonathan nos contó que no hablasteis de ello con la familia para que no hubiera represalias en su pueblo, no podíais soportar más violencia, y allí estaban la hermana y las niñas.

Y luego la detención. Espero que estéis bien ahora.

¿Quién cuida ahora mis salas?” preguntas, y recordé las conversaciones que teníamos sobre las exposiciones, y como tú se las explicabas voluntariamente a esos visitantes tan despistados e inocentes. Me encantaba escucharte. “Es lo que más añoro”, me escribiste en el pequeño espacio rectangular que permite la red social para mensajes privados, “ese tiempo junto a las exposiciones, ver como cambiaban las obras y estudiarlas, y estar allí dibujando, aunque no se podía”.

***

Querido Antay,

No te pregunto “¿cómo estás?”. De hecho, te escribo ahora porque Edurne me contó que has entrado en una profunda depresión, y que no te apetece hablar, pero agradeces las muestras de cariño de lxs amigues. Qué difícil y sencillo es a veces decir te quiero.

Ya te comenté en directo que nos conmovió mucho la presentación que hiciste del poeta del valle, en aquel centro cultural. Sus versos son impresionantes, aún traducidos; riadas de metáforas tan visuales que cada una teníamos una narración de imágenes indomables y dolor de tripa, o lágrimas de reconocimiento detrás de las pupilas.

(Sus ávidos ojos oscuros mientras leía me recordaron a una madona gótica que vi hace muchos años, después de que paramos a visitar a Toñi en la casa de sus padres cerca de Aranda del Duero, con su vestido de verano blanco y amarillo).

Fuiste muy valiente de traerle, siendo un brillante crítico del régimen de extrema derecha que desde hace unos años os gobierna y oprime.

Sé que los últimos años te has arriesgado repetidamente con una programación cultural excelente, sensible, además de progresista, y muy relevante para este país, que tiene tanto desconocimiento sobre vuestras culturas. Entiendo que has sufrido constantes represalias y que tu puesto de trabajo ha estado en la cuerda floja una y otra vez, y que con las operaciones de Jennifer todo ello se convertía en una pesadilla interminable.

Queda torpe escribir esto ahora, pero siento de veras no haberte llamado durante todo este tiempo para tomar un té y charlar. La cotidianidad de estar “tan ocupadas”, se vuelve casi un mantra que desactiva diariamente iniciativas tan sencillas y necesarias. Mi tiempo es a menudo una batalla, y cuando es mío de seguido me escapo, vuelo, intentando no acabar de encontrarme, y allí es donde conozco a nuevos ángeles, que como tú me devuelven la curiosidad trémula por la vida, envuelta en una persona que es un asombro, un regalo, una obra de arte.

Amigo, tantas veces se da por sentado que la cultura sencillamente “está”, y poca gente conoce las luchas descarnadas que ocurren tras las bambalinas, los días largos de tensión y los minutos sin contar de rabia. Entiendo que estes agotado, con pocos recursos de ningún tipo, y que te atraviese el cinismo; ese dulce veneno.

Te envío un fragmento de otra carta metida dentro de la mía, una de Jonas Mekas a Stan Brakhage; el segundo enfermo, el primero triste de no estar cerca de su amigo: “Sin importar lo que suceda, o lo que decidas, te acompaño esta noche; esta noche de lluvia tormentosa y muy, pero muy calurosa en la que te escribo esta carta con una copa de Veltliner a mi lado, lo que significa que también pienso en Peter y P. Adams a tu lado, lo que quiere decir que el presente es mitigado por el pasado, tal como diría Peter. Aún estamos todos aquí, separados pero juntos”. (2002).

Llámame, vamos a pasear de noche o muy de mañana, no hace falta hablar, sobran tantas palabras.

***

Querida Tamara,

Me ha revuelto pensar que escribirte algo para que se publique sería un acto de presunción por mi parte, o de violación de nuestra intimidad, que no ha desaparecido desde que nos dejaste hace un año y medio, pero por encima de todos los recelos prefiero que se siga leyendo tu nombre; aún sin apellido todas reconocen que eres tú. Sabes bien cuanto te echamos de menos; ya he contado por lo menos tres libros que han aparecido desde entonces dedicados a ti, libros de arte y de relatos, lo que más te gustaba5. Pero creo que no hay ninguno de mar, por lo que pensé acabar este texto de cartas entre reales e inventadas dedicándote los tres mares de este verano, en cada uno de ellos un azul, una ola, una persona (o varias) y un dibujo o acuarela, que son para tu colección.

La primera no es nuestra playa, no quiero publicarla, sino el día que vimos una puesta de sol en Cádiz con unos amigos tuyos, de ojos brillantes y manos como lagartijas.

Una patinadora fuerte y alta hacia piruetas imposibles delante del sol rojo sin mirar a nadie, escuchando su playlist, desdibujado a la gran estrella sol en su caída hacia el horizonte. No iba vestida con un vestido blanco, sino de negro, apretada, elegante y sexy, deportista y pitonisa igualmente.

Recuerdo el calor del muro ocre-blanco en el que me apoyé para mirar y luego hacer una fotografía. En el chat de loving me dijeron “vaya filtros”. Es difícil ya ver, entender, una imagen infinita e (in)mediata, no mediada por ninguna construcción de los imaginarios más arrasadores. Pero así era: Los barcos de pesca muy azules y muy blancos, (una gaviota en la playa abriendo las bolsas de basura, furiosa y concentrada, que no entró en la foto ni en tu primer dibujo), el cielo rojo-magenta, el sol amatista de Emily Dickinson (Dickinson, 1975), el mar con el color de todo lo que se pone cada tarde que cae el sol así de espectacular.

El sol llamando a sus súbditos al estupor, a repetir la misma foto que siempre y nunca se parece, y al silencio contemplador.

Buff, amiga, nos va a matar este sol cada vez más cercano y aterrador, con su verdugo el fuego, al igual que las tormentas que nos inundan y nos escupen nuestra estupidez en la cara, dejándonos a ras del lodo capitalista, que lo arrastra todo.

En el estudio hay otra vez goteras, que depresión. Supongo que quedarte viviendo cuando mueren tus amigas supone dealear con los márgenes, no con el dibujo, sino con la gotera, la factura, la burocracia, la vuelta del verano.

Tu segundo mar de esta carta está en el sur, casi abajo del todo del mapa mundial, cerca de un golfo donde vimos y escuchamos cada día docenas de ballenas francas, y un día salimos a encontrarlas de cerca, la experiencia de lo sublime, lo hubieras amado. Mara decía: “Vamos a acercarnos y ver si ellas se quedan o se alejan, son curiosas, pero no vamos a perseguirlas nunca”. Yo voy a intentar no estropear esta imagen al describirla; vimos, muy de cerca, a una cría montarse en la espalda de su madre, y a varias apareando debajo de nuestro barco. Eran manchas blancas y oscuras que creen en el poliamor, en el sexo lento y relajado sin celos ni jerarquías. Pero el mar del que te hablo está más al sur aún, casi llega a la casa del pueblo con un gimnasio sin tejado, cerca de una hacienda de 20.000 ovejas, una casa llena de reflejos, para quedarse, para leer cada amanecer. Plantamos uña de gato en el jardín para protegerlo de las mareas que ya se han comido siete metros de tierra (aquí el Carpobrotus edulis una especie invasora).

Allí abajo no van las ballenas, pero lo cierto es que desayunado el día que se marchaban vimos una: la silueta negra de una madre ballena franca asomando del mar, con el chorro de agua blanca y salada que nos mojó en el barco. “Es nuestro día de suerte dijimos”, y eso se comparte.

Sanpu, la perra negra y blanca, y yo salimos cada noche a la playa, la anduvimos blanda, misteriosa y oscura. Me quedaba largos ratos fuera, mirando hacia arriba. No pude reconocer las estrellas, eran tantas, tan densas con su colocación invertida a las del cielo de Madrid. Las estrellas más brillantes son Sirio y Canopus. ¿Sabes que Marte es el único planeta visible toda la noche en el cielo austral?, lo estuve buscando un buen rato, así como la cruz del Sur. Busqué también a Andrómeda, o M31, el objeto más distante que se puede ver con los ojos, a 2,5 millones de años luz de distancia de planeta tierra. Leí que en algunos millones de años la Vía Láctea chocará con Andrómeda, y se combinarán haciéndose una única galaxia (observatorio.info, s/f).

El último mar viene de un cuadro que vimos en el museo de Bellas Artes de Riga, un paisaje marítimo, pero no apunté el nombre del artista, (estoy fantaseando en que fue una mujer, en el SXIX, con un largo vestido blanco, o rosa, como la falda de Jonás parecida a la única flor que dio mi lirio de paz antes de morir este verano, de calor, cuando yo no estaba. La echo de menos).

Bajo el cuadro, con su imponente marco dorado, se leía el título en una placa granate: “Dos mares se encuentran”. Nos fijamos en el verde-azul transparente del golfo de Riga (un Pantone 3285). Recién me había adentrado en esas orillas, en la playa de Jurmala6. Dos ancianos con bañador oscuro y gorros de mar naranjas y yo éramos los únicos dentro de la mar plana hasta el horizonte. Anduve largo tiempo hasta que me llegó a las caderas, pensé en las amantes de los zares y en todos los dolores de ese país, si alguno se habría curado con esa agua salada.

El otro mar contrincante era azul cobalto oscuro, con olas blancas espigadas, pintado con pinceladas más bruscas. Ambos mares chocaban en una línea, en el medio del cuadro. Fuimos a buscar ese encuentro, el pico del mapa, atravesando parques naturales y pequeños pueblos, tarareamos con la radio del coche alquilado. En alguna curva, entre los árboles, unas ancianas vendían boletus, queso ahumado de cabra y mermeladas de ciruela de sus pequeñas granjas.

Llegamos y nos quedamos ensimismados con el plano de unión de los mares, el choque de olas preciso e imponente, el olor y el color de los dos mares, el intercambio peligroso sin cambio, el recuerdo del ese cuadro que no registramos para recordarlo con la memoria, y que ahora se funde con las fotografías que nos pidieron una pareja de chicas letonas que llevaban once días recorriendo la costa. En el borde del bosque había una gran escultura de metal, cuadrada, sorprendente, marcando el lugar. Parecía de un joven Serra, o un Oteiza algo aplastado.

La playa estaba salvaje; enormes ramas negras caídas y árboles creciendo de lado, a ras del viento. Decenas de zarapitos y chorlitos grises y plateados corrían con las olas. En algunos momentos todos alzaban el vuelo a la misma vez, y luego volvían a posarse donde la playa se hace mar, al igual que las bandadas de flamencos rosas en las playas de Patagonia.

Ojalá hubieras estado.

Abrazos,

Sally

*Todas la imágenes son de Sally Gutiérrez Dewar, dos de ellas capturas de la película Archipiélago.

Bibliografía

Codesal, Javier (2022) Canción de Pedro Costa, Barcelona: Ajuntament de Barcelona

Dickinson, Emily (1975) “A Day (I’ll Tell You How the Sun Rose)”. Emily Dickinson the complete poems. London: Faber and Faber, p.150

Diethe, Carol (2003) Nietzsche’s sister and the will to power: a biography of Elisabeth Förster-Nietzsche, Illinois: University of Illinois Press

Mekas, Jonas (2002) Destellos de Belleza, Caja Negra: Buenos Aires.

Nelson, Maggie (2021) On Freedom. Four songs of care and constraint, Vintage (Random House): London.

Pollock, Giselda (2008) Charlotte Salomon and the Theatre of Memory. New Haven, Conn.: Yale University Press. 

Andromeda sobre Patagonia, (s.f.). https://observatorio.info/2020/11/andromeda-sobre-la-patagonia/ [fecha de consulta, 3 de septiembre 2023]

Zemaitis, Augustinas (s.f.) History of Jurmala, https://www.onlatvia.com/history-of-jurmala-560

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2 Lamland I, 2018, largometraje de Pablo Sigg.

3 Archipiélago, 2023, largometraje de no ficción del colectivo Archipiélago. Un ejercicio de memoria, de existencialismo poético y de dislocación emocional en la captura de lo cotidiano. Un viaje a un mundo de extrañamiento en el que ya nada es lo que parece pero que, pese a todo, da paso a la ideación de un mejor futuro tras la tormenta.(Ficha del festival Alcances http://www.alcances.org/ficha-pelicula/archipielago)

4 La vida de Charlotte Solomon, 2023. Delphine Coulin y Muriel Coulin. Largo de no-ficción, biopic animado.

5 Libros y catálogos recientes que conozco con dedicación/ memoria a Tamara Diaz Bringas: Suset Sanchez. Parénteis. Relatos desde la incertidumbre (2022) Aecid publicaciones/ El museo ¿Un proyecto inacabado? (2023), Jesús Carrillo (2022) Editorial La oveja roja, Madrid/ Parir Partir (2022) Ana Longoni, editorial Tren en Movimiento, Buenos Aires/ Ademanes Brillantes, (2023) publicación que acompaña la exposición Blind Blind, Ademanes Brillantes, de Diego del Pozo, Universidad Miguel Angel, Elche.

6 La playa de Jurmala, con una extensión de 33 kilómetros fue llamada “la Riviera báltica” tras la primera independencia de Letonia en 1918. En la época soviética las playas y los spas de la zona se popularizaron inmensamente, llegando a ser el complejo turístico playero más grande del mar báltico (Zemaitis, A. s.f.).


BIO

SALLY GUTIÉRREZ DEWAR trabaja con formatos expandidos en un campo híbrido entre el arte contemporáneo, el ensayo visual y el cine de no ficción. Es investigadora y profesora de arte en la Universidad de Salamanca / Universidad Europea, y ha sido miembro de varios festivales de cine y jurados de becas de arte y cine.

Sus proyectos artísticos se han exhibido en festivales internacionales de cine, galerías, museos, canales de televisión, ONGs, organismos gubernamentales y universidades. Es miembro del colectivo artístico Declinación Magnética, y del colectivo de cine documental DOCMA. Su obra forma parte del MNCARS (Madrid) , MUSAC (León) , CDAN (Huesca) y varias colecciones privadas.

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